Si la casa unifamiliar fuera el equivalente arquitectónico de la alta costura en el mundo de la moda, la vivienda colectiva podría ser el prét-á-porter. Los arquitectos deberían tomar ejemplo de los grandes diseñadores, que no descuidan sus creaciones exclusivas pero dedican mucho tiempo y esfuerzo a las colecciones más asequibles, aquéllas que están al alcance de un público amplio.
Una exposición que se celebró en Barcelona en 1996 bajo el título ‘Home Sweet Home’ inspiró a su autor este libro, que reúne 37células domésticas de carácter experimental, muchas de ellas vinculadas a exposiciones, ferias y concursos en tomo a los modos de habitar. En la introducción, Gustau Gili Galfetti traza un panorama del presente más bien sombrío: como la vivienda colectiva se considera fundamentalmente un bien de consumo, es muy difícil introducir en ella cualquier elemento innovador que pueda poner en peligro su viabilidad como tal. Así, los arquitectos tienen un margen muy estrecho de actuación y sólo les cabe continuar proyectando viviendas que responden a unos estándares caducos, muy alejados de la cambiante realidad social contemporánea.
Desde la casa de Alison y Peter Smithson para la exposición ‘Ideal Homes’, organizada por el periódico Daily Mail (1955-1956), a las viviendas de María José Aranguren y José González Gallegos presentadas al concurso Europan para jóvenes arquitectos, todas las propuestas reunidas aquí cuestionan el momento en que fueron realizadas e intentan aventurar el futuro: la flexibilidad espacial, el equipamiento doméstico o la relación entre vivienda y ciudad son algunos de los grandes temas pendientes. Aunque ejemplos como la nube del estudio vienés Coop Himmelblau pertenecen al género de la ciencia-ficción, otros como la ‘banda activa’ del francés Yves Lion han demostrado ya que son auténticas alternativas.