Las décadas pasan rápidamente. Y si las usamos como unidades de tiempo para reflejar los cambios en la cultura y, por tanto, en la arquitectura, hay que reconocer que nos encontramos a finales de los años noventa. ¿Qué intereses han prevalecido a lo largo de esta década? Podría decirse que ésta ha sido una década dominada por la fragmentación. Es cierto que ‘fragmentación’ es un concepto demasiado amplio. Y soy también consciente de lo atractiva que resulta hoy la visión fragmentada de la realidad, cuando las ciencias son incapaces de establecer un modelo unitario con el que contemplar la naturaleza y cuando la sociedad nos fuerza más y más a una diversidad que parece hacer inevitable la referencia a un mundo fragmentado, roto. La fragmentación es hoy para nosotros una metáfora que, en cuanto a la forma, nos ayuda a describir la realidad que nos rodea; y por tanto, viendo las cosas de este modo, uno se sentiría inclinado a decir que una arquitectura fragmentada refleja el mundo contemporáneo, cayendo una vez más en la inevitable trampa del Zeitgeist para justificar nuestro trabajo. La atracción que provoca esta metáfora resulta comprensible. El mundo que nos rodea es heterogéneo y roto. Nada sugiere unidad. Los escritores en sus textos y los pintores con sus lienzos y construcciones, se recrean en mostramos un panorama descompuesto y descoyuntado en el cual se captura una realidad fragmentada. ¿Por qué los arquitectos no deberíamos hacer lo mismo?...[+]