J. Antonio Coderch

Barcelona, 1913-1984

29/02/2000


El Capitán, tomando a José Antonio Coderch por uno de los suyos, acude a visitarle a Barcelona. El de Sentmenat es, en efecto, un título nobiliario; y Coderch una persona de derechas, esa clase social un poco especial y difícil de encuadrar que es todavía la aristocracia catalana. Coderch conservó siempre su aristocracia de nacimiento, que luego unió a una suerte de aristocracia de espíritu, y como arquitecto moderno en una época de compromisos difíciles, cultivó la amistad de los artistas de su tiempo. Fue pues un noble aventurero, de cuya aventura intelectual se benefició la arquitectura española de posguerra. Puede decirse que su gran obra empieza en una torre oscura de Navacerrada, una especie de castillo para estudiantes en las cumbres de Guadarrama, y acaba en claros aularios para estudiantes de arquitectura en Barcelona. De Castilla a Barcino, como Don Quijote. Un caballero andante. Se sorprende el Capitán, que es bastante reaccionario como buen matamoros, al encontrarle con semejante compañía, que seguramente le parece impropia de un caballero español. Junto al socio del arquitecto y a su amigo Sert están los herejes Tàpies y Chillida, dos hechiceros de dudosa religión que andan en experimentos raros. Al Capitán le suena a contubernio y a traición; el tosco Goliat y el paje Crispín, los fieles seguidores del Capitán, que son como el caballo y la sota de bastos, simplemente se asombran de la escena.

El episodio habría podido situarse en la hermosa casa taller que el arquitecto construyó en Barcelona para el pinor, esa casa de Tàpies donde se refleja un tándem poco frecuente, el arquitecto moderno y el genio del arte, como había sucedido antes con Sert y Miró en Palma de Mallorca. Pero la casa de Tàpies era difícil de reconocer, sobre todo por dentro, y además el guerrero de la cuatribarrada en el pecho se hubiera hecho un lío con los carteles para la Generalitat del pintor. Preferísituar a Coderch en lasNtorres de cristal de los edificios Trade, cuya piel curva de vidrio los hace más conspicuos y que son a su vez una extraña y extemporánea aventura de la arquitectura española. Al Capitán no le ha de extrañarla torre de cristal, porque su creador Ambrós ya le ha hecho pasar por toda suerte de artefactos, inventos y castillos misteriosos.


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