Erich Mendelsohn
Allenstein, 1887- San Francisco, 1953
La cita de Mendelsohn parecía obligada, ya que el maestro cuenta en su haber algunas de las imágenes más fuertes de los modernos. Curvas de cristal y esquinas aerodinámicas, croquis vigorosos de trazo grueso próximos a la ciencia ficción. La llamada torre de Einstein, el pequeño observatorio de Potsdam que construyó para el sintetizador de la Relatividad, es quizá el icono más reconocible del maestro, un edificio que parece dotado de un aura mítica en una tradición que se alimenta fotografías. La torre, todo sea dicho, no aguanta demasiado bien la inspección al natural. Tal vez sise hubiese destruido, la posteridad habría guardado siempre su mejor perfil, y los elogios de su admirador Zevi no se verían desengañados por la realidad. Para este caso, la torre se ha trasplantado al Coconino County del Krazy Kat de los años veinte. He repetido con Krazy Kat para no dejar fuera de la serie de cincuenta viñetas al genial minino; aunque ya lo había retratado lo hice en una historieta que no forma parte de la selección, y me pareció oportuno recuperarlo.
La obra de Mendelsohn para Einstein en los alrededores de Berlín es contemporánea de las tiras de Herriman para la cadena de periódicos del editor Hearst. Herriman pasa por ser el más avanzado de sus colegas en materia de dibujo y de estructura narrativa. Debía de estar al tanto de muchas cosas, porque sus cómics delatan una gran sensibilidad para con el arte de las vanguardias, con el cine y con el humor del absurdo. Parece mentira que llegara a ser popular con historietas tan abstrusas como las del gato andrógino, y que la gente se identificara con unos trucos tan extraños como el del ratón que apedrea a Krazy sin cesar con ladrillos voladores. Había una similitud curiosa entre los croquis del arquitecto y las arquitecturas geológicas del dibujante, así que se mezclaron en la viñeta bajo la lunacáscara de Herriman. Por otra parte, siempre me ha chocado que la torre sea de ladrillo; uno espera que sea de hormigón, como el Goetheanum de Steiner, el colega en tantos sentidos de Mendelsohn. Pero es de ladrillo con mucho revoco, y el ratón Ignatz se aprovecha de la cantera para hacer de las suyas. Naturalmente el sabio de los pelostiene que avisar a ofissa Pup para que arregle el asunto.