Entre los tejados de la capital libanesa despunta una torre residencial de apariencia pétrea que es una personal interpretación en altura de su compleja historia y su atractivo caos.

Superviviente ileso de la devastadora explosión que ocurrió en 2020 en el cercano puerto, el escultórico bloque alberga apartamentos que, pese a sus configuraciones distintas, cuentan todos con terrazas ajardinadas.

En la masiva fachada de cemento mezclado con tierra, estriada para darle el carácter atemporal de sedimentos depositados a lo largo del tiempo, se practican vanos de múltiples proporciones que individualizan cada piso.