La nueva sede de Salewa está situada en una posición estratégica, al pie de una autopista y haciendo las veces de puerta simbólica de Bolzano. Tanto por su programa —la empresa fabrica equipación de montaña— como por su contexto —al pie de los Alpes italianos— el edificio presenta un cierto carácter mineral, que se enfatiza gracias a sus volúmenes facetados, el mayor de los cuales supera con sus 50 metros de altura al edificio más alto de la ciudad. Pese a su apariencia fragmentada, todo el conjunto está estructurado como un espacio funcional único en el que conviven un showroom, un restaurante, un gimnasio e incluso un rocódromo, además de las previsibles oficinas.

Desde el punto de vista constructivo, el edificio combina un potente núcleo estructural de hormigón armado con un sutil revestimiento de aluminio y vidrio. El primero está resuelto con dos familias tectónicas, dependiendo del programa: mientras que los volúmenes de geometría más sencilla se resuelven con losas de hormigón prefabricado de 12,5 metros de luz, en las torres, más irregulares, se han empleado losas postesadas que permiten salvar vanos de hasta 30 metros. Por su parte, la piel combina un cerramiento de vidrios de suelo a techo con una protección solar de paneles de aluminio perforado, que dotan al edificio de su singular aspecto cristalino, variable conforme cambia la luz a lo largo del día.