McNeal 020, Arizona

Atelier David Telerman 


Al ritmo de Pink Floyd, en el final de Zabriskie Point la protagonista se monta en su coche y se interna sola en el desierto de Arizona, un lugar mítico cuya belleza hostil servía a Antonioni como metáfora visual de la ruptura de la contracultura con la sociedad sesentera, y que realza ahora un pabellón semienterrado en una llanura próxima a la frontera mexicana.

La estructura de hormigón encofrado in situ conforma un zigurat invertido que se incrusta en el terreno arcilloso y conduce a una cella a resguardo del inclemente sol y los fuertes vientos. Desde su cubierta, cuatro brazos de hormigón se extienden a ras de suelo en una suerte de cruce de abscisas que reclama su presencia en el territorio y que, como las huellas que Robinson encuentra en la playa, son los indicios que anuncian la mano del hombre al aproximarse por el yermo paraje.