Bajo el lema AAA (arquitectura, arte y arqueología) el Ayuntamiento de Nápoles encargó en 2004 a varios arquitectos de prestigio internacional el diseño de una estación de tren para la nueva línea metropolitana de la ciudad. El plan, además de mejorar la conexión de la periferia con el centro, buscaba dotar de una identidad reconocible a determinadas zonas anónimas de la ciudad.

Definida por sus geometrías orgánicas y fluidas, la nueva infraestructura evoca el origen volcánico natural de la ciudad y contrasta con la homogeneidad reticular del Centro Direzionale, un complejo de torres y andenes diseñado en los años setenta por Kenzo Tange. El proyecto resuelve la intricada topografía con varios niveles de uso bajo un único gran gesto: una ligera estructura de madera contralaminada, apoyada sobre un basamento existente de hormigón armado, cuya forma abovedada evoca el arquetipo de las estaciones ferroviarias y refleja el ancho de las vías que transcurren por debajo. Además de generar amplios espacios sombreados y proteger a los usuarios durante los calurosos meses de primavera y verano, la cubierta permite la entrada de luz natural, confiriendo al conjunto un carácter híbrido entre interior y exterior, al tiempo que se reduce el coste de iluminación artificial durante el día...