Situado en la ciudad donde Cézanne desarrolló buena parte de su carrera, este conservatorio de formas facetadas se inspira, como los cuadros de aquel, en las montañas que rodean la ciudad. La otra referencia metafórica —que es, obviamente, musical— se expresa en la fachada, concebida a partir de una armonía visual de líneas horizontales (el pentagrama) y verticales (las notas). Estas alusiones se completan con el material empleado, el aluminio, que resuena con la familia de los instrumentos de metal.

La envolvente está construida con bandejas de aluminio de 3 milímetros de espesor, fijados mediante una subestructura metálica a una hoja interior de hormigón armado, una solución masiva pensada para dotar el edificio con un buen aislamiento acústico. Plegados o cortados para conformar las facetas de la fachada, los paneles presentan un acabado anodizado y ligeramente rugoso, en tonos claros, que aligera visualmente el volumen y le confiere efectos cambiantes a sus superficies conforme incide en ellas la luz.