Reunir iglesias de Palladio y secciones del cerebro puede parecer una operación surrealista, «el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección», para decirlo con palabras de Lautréamont, o un cadáver exquisito al gusto de Breton. Pero Harry Francis Mallgrave no es un artista intentando sorprender con la superposición de objetos heteróclitos, sino un gran especialista en teoría de la arquitectura, coeditor de la serie Texts and Documents del Getty Center, traductor y autor de monografías sobre Otto Wagner y Gottfried Semper (véase Arquitectura Viva 30, 84, 103, 137), y los dos libros publicados ahora de forma simultánea pueden describirse conjuntamente como una estupenda introducción a la historia de la arquitectura desde la óptica de las ideas estéticas, suplementadas en el primer volumen por un centenar de páginas dedicadas a la relevancia arquitectónica de la neurociencia.
Así, The Architect’s Brain recorre la teoría de la arquitectura desde Alberti hasta hoy, mediante una serie de capítulos intencionalmente titulados ‘El cerebro humanista’, ‘El cerebro ilustrado’ o ‘El cerebro empático’, por cuyas páginas desfilan Perrault, Laugier, Burke, Kant, Schopenhauer, Schinkel, Semper o Wölfflin (más o menos los sospechosos habituales), llegando hasta nosotros con ‘El cerebro fenoménico’, donde figuran Merleau-Ponty, Rasmussen, Frampton o Pallasmaa, explicados siempre con eficacia y elegancia. El volumen se completa con una sección dedicada a la anatomía del cerebro y las bases biológicas de la percepción y la creatividad, donde se describe la neuroestética del científico Semir Zeki, la historia del arte neuronal de John Onians o la Asociación de Neuroestética fundada en Berlín por el artista Olafur Eliasson, movimientos que expresan su deuda con la investigación científica contemporánea, pero también con predecesores como Richard Neutra y su biorrealismo.
Por su parte, An Introduction to Architectural Theory. 1968 to the Present responde bien a lo que el título promete, aunque en ocasiones la teoría se deslice hacia la crónica de la arquitectura reciente, tarea a la que Mallgrave (en este volumen con la colaboración de David Goodman) se aplica con conocimiento, destreza y amenidad. El escepticismo sobre el curso de la teoría de la arquitectura durante los últimos cuarenta años («las trayectorias parabólicas y efímeras de los movimientos postmoderno y postestructuralista, y su evolución hacia el diseño digital y verde»), esperable en un especialista en la sólida estética germánica del siglo XIX, explica quizá el protagonismo que en su relato adquieren las obras sobre las ideas, una circunstancia que no impide la consideración detallada del pensamiento que soporta los proyectos de este periodo. En él hay, por cierto, una nutrida presencia de españoles —Moneo, Calatrava, Miralles y Pinós, FOA o Campo Baeza— todos ilustrados con imágenes cuya deficiente calidad es lo único que cabe reprochar a la obra.