El siglo XX español suscita suspiros de dolor y de alivio. El Diccionario de símbolos de Fuentes y Rueda explora las imágenes trágicas o festivas de un itinerario histórico que si ocasionalmente se remonta al siglo XIX, en su último trecho incorpora eventos del siglo XXI como el 11-M o el 15-M. Por su parte, el Spain de Michael Reid procura explicar el país a extranjeros o nacionales examinando desde el presente los desafíos y los éxitos que han jalonado su trayecto desde el trauma de la Guerra Civil hasta Europa y la modernidad. Y si ambos destacan los logros de la España actual, ambos también formulan su temor de que ese avance se clausure. La introducción del Diccionario advierte que «las convulsiones políticas y sociales que se han sucedido en el nuevo milenio hacen tentador considerar una idea circular de la España contemporánea que nos devuelve, en un bucle, al final de la monarquía parlamentaria hace ahora un siglo»; y el prólogo de Spain se cierra con una cautela similar: «Hay pocos lugares mejores que España para vivir. Sin embargo, si el país no puede encontrar el camino de la renovación política, la permanencia de sus logros se pondrá en duda». El dolor y el alivio han sido reemplazados por la preocupación.
Obra colectiva de especialistas universitarios, el monumental Diccionario se sitúa en la estela de los dos diccionarios conceptuales de los siglos XIX y XX codirigidos por el catedrático de Historia Contemporánea Juan Francisco Fuentes, que aquí amplía su ámbito de interés a lo iconográfico, por entender que en la relación entre conceptos y símbolos «el mundo de las imágenes parece reflejar estratos más profundos y persistentes». La historia reciente española se cartografía así en el volumen a través de un centenar de voces, que incluyen fechas significativas, lugares grávidos de significado como la Puerta del Sol o el Valle de los Caídos, prendas de vestir como la camisa o el sombrero, letras como la K o la Ñ, y desde luego colores, el azul, el rojo, el morado y el negro. (Un volumen posterior, coordinado por Jordi Canal, Los colores de la política en la España contemporánea, añade a estos el blanco, el amarillo, el violeta, el verde y el naranja). El gran énfasis en lo visual de esta obra imprescindible («La tecnología… ha hecho del siglo XX un gran museo visual… Las modernas formas de comunicación política descansan más sobre las imágenes que sobre las palabras»), que incluso añade a su bibliografía una videografía con numerosas películas y una pictografía esencialmente pictórica, hace especialmente decepcionante la ausencia absoluta de ilustraciones, obligando a sus autores a practicar la écfrasis de las imágenes simbólicas para remediar en parte esta paradójica iconoclasia.
La obra de Reid, un periodista asentado en Madrid que fue corresponsal en España de The Economist entre 2016 y 2021, es una formidable introducción al país, inevitablemente centrada en los acontecimientos más recientes, pero que relata también con agudeza y ecuanimidad los orígenes históricos del nacionalismo catalán, vasco e incluso gallego, la dictadura de Franco, el sorprendente éxito de la transición a la democracia y, tras tres décadas de prosperidad y progreso, el desvanecimiento del sueño español, amenazado por el populismo, la polarización política y «el narcisismo de la pequeñas diferencias». Aunque los problemas a que España se enfrenta no son diferentes de los que experimentan otros países europeos, Reid coincide con la alerta expresada por Fuentes: «Hace un siglo, la incapacidad de los políticos de la Restauración para pactar reformas abrió camino a la dictadura de Primo de Rivera. No hay ninguna razón para que la historia se repita, pero esto debería servir como advertencia para la clase política española». La mirada del otro se suma a la nuestra propia, y ambas invitan a abrir los ojos a una coyuntura histórica que no debería inspirar suspiros de nostalgia ante el paulatino deterioro de los logros y el lento alejamiento del sueño español, sino el aliento insomne que extrae su dirección y su propósito de la lección que enseña la musa del escarmiento.