La historia cristaliza en edificios, y dos obras recientes reconstruyen la de España a través de sus arquitecturas. Libros ambos de encargo, el atractivo de su tema y la calidad de sus autores obligan a superar las reticencias que suscita su edición e invitan a sumergirse en sus contenidos. Confeccionados por tres catedráticos de diferentes disciplinas y ciudades, la pareja de volúmenes ofrece un retrato fascinante de la forma en que nuestra historia política y social —pero también técnica y económica— se enreda con las fábricas de los edificios para tejer un tapiz construido del pasado, enseña a ver la arquitectura con una mirada más aguda y analítica, e invita a disfrutar de ella aunando el deleite visual y la inteligencia interpretativa. Dicho esto, los dos libros no pueden ser más diferentes.
El de Ricardo Aroca, catedrático de Estructuras en la Universidad Politécnica de Madrid y persona de vocación pública que le ha llevado al decanato del Colegio de Arquitectos madrileño y a la dirección de la Escuela de Arquitectura en la misma ciudad, está muy lejos de ser, como proclama el título, una ‘historia secreta de los edificios’; una decisión editorial probablemente inspirada por el libro de Edward Hollis The Secret Lives of Buildings, que transita del Partenón a Las Vegas con trece historias de edificios, y cuya traducción castellana ha aparecido en Siruela algunos meses después de publicarse el que comentamos. La obra es más bien una narración pixelada de la historia de España tal como se refleja en el proceso de construcción de quince ejemplos emblemáticos, que van desde la cueva de Menga hasta el Museo Guggenheim: la historia es pues poco secreta, por más que algunos episodios ofrezcan datos menos conocidos, y la palabra España debería haber figurado en la cubierta, identificando a la vez el ámbito geográfico y la pasión de su autor, que asegura haber seleccionado los edificios para que su secuencia permita aproximarse a «una historia de España algo distinta» de la que le hicieron aprender.
Esa historia algo diferente se cuenta con el desenfado y el talante heterodoxo de Aroca, que aplica su sabiduría constructiva y su voluntad pedagógica a un relato extraordinariamente ameno, esmaltado de anécdotas curiosas, intuiciones deslumbrantes y opiniones abrasivas, por el que desfilan el acueducto de Segovia, la mezquita de Córdoba o el monasterio de El Escorial. Informativo a la vez para el arquitecto y para el lector general, el libro está ilustrado con los dibujos de su autor, que utiliza su destreza con el lápiz para subrayar sus comentarios estructurales, emplea los planos y alzados delineados para mostrar la escala y orientación de los edificios, e incorpora sus acuarelas de viaje para dar una idea más atmosférica de las obras. Un libro, en suma, inteligente y coloquial, al que quizá le sobra la tapa dura y el papel couché para expresar cabalmente la naturalidad de su enfoque, tan amante de las paradojas y la ironía como ajeno a la rigidez de los prejuicios y convenciones académicas.
Por su parte, la obra de José Enrique Ruiz-Domènec y Joaquín Bérchez es el trabajo conjunto de dos grandes historiadores, andaluces de origen ambos, catedrático de Historia Medieval de Europa en la Universidad Autónoma de Barcelona el primero, y de Historia de Arquitectura en la Universidad de Valencia el segundo, que han unido su erudición compartida y sus destrezas complementarias —el medievalista y discípulo de Georges Duby es un escritor tan inspirado como su maestro, mientras que el especialista en arquitectura renacentista y barroca es un extraordinario fotógrafo, como puede verse en el dossier publicado en AV Proyectos 17— para dar a luz un libro admirable, que recorre nuestra historia a través de la arquitectura y el arte, «desde el más remoto pasado ibérico hasta los efectos de la industrialización contemporánea»: un viaje en búsqueda de la belleza, pero un viaje también que persigue entender la gestación en el tiempo de edificios y esculturas, de jardines y joyas.
Para los que somos devotos de Ruiz-Domènec desde que en 2009 apareciera su España, una nueva historia, un volumen de 1.150 páginas que es tan sólido en su sabiduría crítica como esponjoso en su relato colorista —y donde la arquitectura tiene por cierto un papel extraordinariamente relevante como cristalización de la construcción histórica del país—, no puede sorprendernos que aceptara de buen grado su matrimonio editorial con Bérchez, porque el catedrático de Historia de la Arquitectura tiene la pupila más refinada del gremio, y una lente tan inteligente y exacta que lo hace artista por derecho propio. El escritor y el fotógrafo han unido así sus fuerzas para ofrecernos una colección de episodios que recorre la geografía y la historia españolas para componer un centón fascinante que retrata un país y le rinde homenaje, desde el placer sensorial de las imágenes y desde la provocación intelectual de los textos. Esta belleza exacta de la obra hace aún más deplorables las torpezas de la diagramación o la triste portada; pero los libros tienen muchas vidas, y este sin duda —como acaso también el de Aroca— merece reencarnarse en otra edición más apropiada, y que haga más justicia a su valioso contenido.