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The Ideology of Urban Space
El espacio urbano ha de pensarse como un fenómeno eminentemente social. Tal es la hipótesis que el filósofo marxista Henri Lefebvre (1901-1991) plantea en su libro La producción del espacio, un clásico contemporáneo recientemente traducido al español.
En un contexto en el que se fomenta que el urbanismo sea percibido por la sociedad como una mera técnica sin ideología, percatarse de que la realidad es diferente resulta imprescindible para transformar una potente baza del sistema en un aliado en su contra. A través de los siete capítulos que conforman el libro, Lefebvre explica por qué ciertos fenómenos urbanos —como la especulación o la gentrificación— no son evoluciones naturales de la ciudad, sino el producto de la inercia de ciertas estructuras político-económicas.
En este último punto radica la enorme vigencia del pensador que tan ligado estuvo a los movimientos de Mayo del 68. Los procesos urbanos propios del siglo XX alcanzan hoy un desarrollo sin precedentes, a consecuencia de una dinámica de aceleración que se presenta desde el poder como irrefrenable. Frente al confort que supondría para el lector el desarrollo de una postura semejante, este libro es sinónimo de incomodidad. Lefebvre incomoda por su afilado sentido crítico, por su ingenio y por su aplastante solidez.
Según lo entiende el geógrafo David Harvey, reclamar el derecho a la ciudad —término acuñado por el filósofo francés— supone «reivindicar algún tipo de poder configurador del proceso de urbanización, sobre la forma en que se hacen y rehacen nuestras ciudades, y hacerlo de un modo fundamental y radical». Si se puede utilizar la lógica de producción de la urbe con fines perniciosos, también se puede reivindicar el derecho a controlar estos mecanismos por parte de la ciudadanía. En este sentido, no estaría de más plantearse, al modo en que lo hacía Henri Lefebvre hace cincuenta años, que la revolución de nuestra época será urbana, o no será.