Las pilas de croquis, fotografías, recortes, facturas, billetes de ferrocarril, barco y avión, cartas, telegramas, separatas, memorias, revistas y libros atesoradas en la Fundación Le Corbusier de París son, en último término, la fuente de materiales para la muchos artículos, reseñas, ponencias, estudios y monografías que se publican cada año sobre la vida y obra de un arquitecto convertido en una verdadera obsesión para tantos historiadores de todo el mundo.
La obsesión del investigador, la manía compulsiva por saberlo todo sobre un algo cada vez más pequeño no es una tara psicológica o, al menos, no es una tara psicológica inútil; es, en rigor, la piedra de toque del verdadero sabio, como dejó escrito George Steiner. Hay mucho de esta compulsiva pero necesaria obsesión en los libros que vamos a reseñar aquí, libros bien distintos pero que responden a la misma voluntad de seguir extrayendo materiales en la al parecer inagotable cantera lecorbusieriana.
El primero, La recherche patiente: Le Corbusier, cincuenta años despúes, coordinado por Jorge Torres y Clara E. Mejía, es el libro de actas del congreso que, con motivo del cincuentenario de la muerte del maestro, se celebró en Valencia en 2015; si bien, por la talla de sus colaboradores, la calidad de sus textos y la amplitud de su enfoque, debe considerarse en rigor como una especie de summa que pone al día el conocimiento sobre Le Corbusier: una especie de buscada y fructífera mise au point.
Son muchos los temas tratados con detalle en las 328 páginas de apretado texto y rica iconografía que componen el libro, pero es posible agavillarlos en varias familias. La primera sería la de la topología mítica del maestro, presentada con los textos de José R. Alonso sobre los lugares de Le Corbusier, y de Ricardo Daza sobre el Viaje a Oriente. La segunda correspondería a la transversalidad de la obra de Le Corbusier, tratada en los ensayos que Tim Benton, Véronique Boone, Luis Burriel y Marta Llorente dedican, respectivamente, a la naturaleza, los media, el poder de la imagen y la estructura musical del Modulor. Los conceptos y motivos plásticos definidos por el maestro podrían ser el tema de la tercera familia, compuesta por un texto sobre la promenade architecturale, a cargo de Juan Calatrava, un paralelismo entre Le Corbusier y Goethe a propósito de la idea de recorrido, firmado por Juan Calduch, y una aproximación al motivo de la esvástica, de la mano de María C. O’Byrne.
Junto a estas indagaciones estarían otras temáticamente más previsibles, las dedicadas a los proyectos de Le Corbusier: entre otras, la de Carlos E. Dias Comas sobre los monumentales proyectos brasileños; la de Clara E. Mejía sobre Le Village du Gouverneur en Chandigarh; y la de Jorge Torres a propósito del Centrosoyuz. La nómina no estaría completa sin la familia que trata uno de los asuntos que, en la última década, ha permitido iluminar de una nueva y fructífera manera la obra del maestro francosuizo: su relación con las publicaciones, que aquí se presenta a través de las excelentes contribuciones de Jean-Louis Cohen sobre el Mise au point y de Josep Quetglas sobre Vers une architecture.
El siempre ilustrado y agudo Quetglas es precisamente el autor del segundo libro, cuya condición va más allá de la summa coordinada por Torres y Mejía, en la medida en que asume el enfoque más personal que sugiere bien su título: Breviario de Ronchamp. Se trata, en efecto, de un breviario compuesto por 52 entradas que el autor concibe como ejercicios espirituales dedicados a contemplar y meditar otros tantos temas relacionados con la iglesia de Ronchamp: desde la relación con el fallido proyecto para la Sainte-Baume hasta las resonancias del edificio con el paisaje, pasando por la metáfora de la barca o de los pechos, la inspiración en el témenos del Templo de Delfos, las referencias al dolmen de la Table des Marchands y, en fin, otros muchos asuntos no menos apasionantes y herméticos que sugieren al cabo la idea de que para Quetglas, como para tantos otros especialistas obsesivos, Le Corbusier se ha acabado convirtiendo en una contradictoria pero no por ello menos verdadera ‘religión’ profana.