(Bilbao, 1968)
El visitante asciende en su recorrido y, al alcanzar la última planta, descubre cómo el museo se abre al paisaje. La plaza, antes encerrada, se levanta para reencontrarse con el parque de Doña Casilda y acoge un anfiteatro exterior para celebrar even
La conflictividad de la zona obliga al museo a protegerse con un muro perimetral de grandes dimensiones, infranqueable desde el exterior y vegetal en el interior, incorporándose visualmente al jardín. La homogeneidad longitudinal que crean las bóveda