Valentin Bearth (1957) y Andrea Deplazes (1960), formados en la ETH de Zúrich, fundaron su estudio en 1988 en la localidad suiza de Chur, muy cerca en el tiempo y en el espacio de las primeras obras que dieron fama mundial a Peter Zumthor, para quien Bearth trabajó durante cuatro años. Casi veinte después y a pesar de esta densa y alargada sombra, Bearth & Deplazes (con Daniel Ladner, socio del estudio en 1995) han conseguido hacerse un sitio en la escena internacional gracias a sus sólidos edificios públicos, infraestructuras y, sobre todo, casas. En este libro, el segundo que les dedica la editorial, cinco ensayos (constructos) de Ákos Moravánsky, cada uno de ellos asociado a obras que van de1989 a 2005, tratan de forjar una teoría de su obra.
Ladrillo, hormigón, madera y vidrio se unen con un gusto por el detalle típicamente suizo y, aunque las soluciones adoptadas beben de las predominantes en el contexto y renuncian a la innovación conceptual o formal, existen una serie de indicios, perceptibles tan sólo para oídos o paladares suficientemente sensibles, de una caligrafía poco ortodoxa, acostumbrada a hacer de la distorsión leve de lo habitual su forma de expresión. Mientras que concursos como el del Parque Nacional de Zernez de 2003 aluden a intereses más conceptuales, casas como la Bearth-Candinas en Sumvitg, de 1996-1998, o la Meuli en Fläsch, de 1997-2001, demuestran hasta qué punto es posible hacer arquitectura a dos aguas, o hasta qué punto es posible convertir una infraestructura aséptica como el telesilla Carmenna en Arosa (véase AV 89) en un acierto paisajístico y topográfico bajo la nieve.