Aunque nosotros ilustremos la reseña de esta nueva monografía con los estudios de cine Arruga, Carlos Ferrater ha elegido como portada de la misma otra de sus últimas obras, la casa Alonso, fotografiada en blanco y negro por la cámara certera y cómplice de Lluís Casals. El uso mayoritario de la fotografía en blanco y negro contribuye a apreciar mejor las «formas nítidamente talladas» de Ferrater, a las que alude en su introducción el historiador británico William Curtis. Como es característico de su manera de hacer, Ferrater ha desplegado el gran talento orquestador que posee y se ha rodeado de los mejores colaboradores para ofrecer el mejor producto, presentando su obra sólidamente armada por todos los flancos. Además de Curtis, buen conocedor del panorama español y admirador del «sobrio racionalismo poético» con acentos mediterráneos de Ferrater, en el libro participan la paisajista Bet Figueras, el urbanista Ricard Fayos y los críticos Llàtzer Moix (del diario La Vanguardia) y Harm Tilman (de la revista holandesa De Architect).
Pero los esfuerzos para exponer la trayectoria profesional orquestada y para presentarla de forma impecable pasan casi inadvertidos, y ése es uno de los mayores méritos del libro. Como la arquitectura de Ferrater, su libro es grato, elegante y comedido; y las realidades construidas están ahí para apoyar lo que en él se dice acerca de la sensibilidad contextual de su autor, de su talento urbano y de sus meticulosos detalles. Realmente aquí sólo se echan en falta dos voces: la del colaborador y la del cliente, aunque su presencia tal vez habría supuesto revelar otros mecanismos de gestión y producción de los proyectos que muchos arquitectos querrían dominar y que Ferrater desea continuar manteniendo en secreto.
