Un estudio global: la influencia responsable

31/08/1999


Hoy podríamos describir Foster and Partners como el más prestigioso de los grandes estudios o como el mayor de los estudios prestigiosos. De cualquier forma, su papel central hace gravitar una pesada responsabilidad sobre sus hombros. Durante varios años consecutivos, la firma ha ocupado el puesto más alto de las listas británicas tanto en honorarios como en aprecio del resto de los arquitectos, y este doble éxito material y cultural ha empujado a Foster a la cumbre de la influencia profesional y social. Al mismo tiempo, el crecimiento exponencial de la oficina está afectando a la calidad de su producción, y la popularidad de Foster crece al tiempo que su imagen se erosiona entre los más jóvenes. Hasta cierto punto, esto se debe a las modas cambiantes y al frívolo apetito de novedades de los medios; pero al menos en parte, el propio Foster tiene en ello responsabilidad: sobrecargado con una oficina colosal, parece progresivamente devorado por una maquinaria abocada a reclamar de él más representación que reflexión. Sin embargo, en este punto de su trayectoria, la responsabilidad de Foster hacia sus clientes, empleados y socios debe compartirse con su responsabilidad hacia la arquitectura y la sociedad en general, hacia los estudiantes, los colegas y el público. Los medios están ahora saturados con imágenes de Foster, pero faltan sus ideas. Bajo el diluvio de edificios y proyectos eficazmente producidos por el excelente equipo del estudio, se echan de menos los razonamientos visuales y verbales que formaban la espina dorsal de la primera parte de su carrera: después de todo, la claridad geométrica, la inventiva técnica y la conciencia social de su obra la hacen un tesoro pedagógico; y su testarudo compromiso con la excelencia y sus convicciones humanistas lo convierten en el mejor modelo biográfico posible. Pero Foster se ha hecho demasiado popular y poderoso, y como a menudo sucede, la crítica exigente ha sido sustituída por el halago o el menosprecio. Este recorrido por su obra ha intentado equilibrar la balanza, suministrando claves interpretativas y una orquestación de los proyectos que espera arrojar alguna luz sobre su desarrollo. Parece apropiado clausurarlo con los ‘no-edificios’ de la última década: objetos tan grandes que se hacen ciudades, como la torre del Milenio; o tan pequeños que son móviles, como el mobiliario urbano o los vehículos; construcciones que cortan el suelo para que emerjan flujos subterráneos; y construcciones que fluyen con el suelo. Porque es en esta no-arquitectura del urbanismo, el diseño, la ingeniería o el paisaje donde sin duda reside el futuro de la arquitectura en el siglo que viene...[+]


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