Panoramas del flujo: hacia una naturaleza artificial

31/08/1999


Si el urbanismo de las ciudades, el diseño de los objetos y la ingeniería de las infraestructuras extienden legítimamente los límites de la arquitectura, el paisaje los reúne a todos en una disciplina que se ocupa del entorno construido como lugar de encuentro entre las necesidades humanas y la naturaleza. Foster ya se había aproximado al territorio con empatía ecológica en su plan de 1975 para la Gomera; pero sus proyectos galeses y franceses de los años 90 llevarían la conciencia del paisaje a un nivel inédito. El Jardín Botánico de Gales no es sólo un gigantesco invernadero, sino el sueño de Fuller hecho realidad: un ambiente total, aquí para una ciudad vegetal que se sitúa en el paisaje con gracia ingrávida. Tanto la casa en Córcega como el Museo de la Prehistoria son rizos del terreno: una cálida ola de madera que extiende la tierra hacia el mar; y un delicado corte en la hierba cuyo bucle almendrado brilla con un abanico de pestañas luminosas que lo hacen el ojo silencioso del paisaje. Y el viaducto de Millau cruza las gargantas del Tarn con elegancia leve, salvando luces colosales desde alturas de vértigo sin esfuerzo visible y cortando el valle con el filo de una hoja indolora. En estos paisajes franceses que Foster ha hecho suyos yacen enterradas las semillas de otra arquitectura más amable...[+]


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