Pabellón de la Silvicultura en la Mostra d’Oltremare, 1937-1940

Cuando se llega a Nápoles por mar, un edificio destaca inmediatamente, asomando sobre la densa ciudad histórica y haciendo mella en su perfil: el tristemente célebre rascacielos de la Società Cattolica di Assicurazioni. Levantado en pleno centro entre 1954 y 1958, el edificio de 104 metros es una de las estructuras napolitanas más controvertidas de la segunda mitad del siglo XX, un símbolo de los enredos del planeamiento con las estructuras de poder y los intereses económicos privados.

Diseñado para alojar quince plantas de oficina y quince de hotel, la forma del rascacielos era similar a la de otros erigidos por entonces en Italia ―como la torre Pirelli de Pier Luigi Nervi en Milán― y en el extranjero ―como el edificio Pan Am de Walter Gropius en Nueva York―. El proyecto original se modificó bajo las indicaciones del departamento municipal de patrimonio, que deseaba una relación más armónica con el entorno, pero su construcción aun así suscitó enérgicas protestas y reacciones negativas. Su reputación empeoró de año en año, hasta alcanzar un punto crítico en 1963, cuando el director Francesco Rosi filmó los interiores del edificio en Le mani sulla città. La película abordaba la urbanización descontrolada de Nápoles, y Rosi ambientó la oficina del especulador inmobiliario de la historia en el restaurante panorámico de la torre. Mientras la llamativa presencia del rascacielos sigue caracterizando la vida y la imagen de Nápoles, por el contrario, una suerte de damnatio memoriae pesa sobre su autora: Stefania Filo Speziale...[+]