Óscar Niemeyer
En el Palacio da Cidade de Río de Janeiro, antigua sede de la embajada británica, tuvo lugar el 23 de noviembre la ceremonia de entrega a Óscar Niemeyer (1907) de la medalla de oro que anualmente concede el Royal Institute of British Architects. El acto contó con la participación de Harry Seidler, antiguo colaborador del arquitecto brasileño y premiado en la edición anterior, reuniendo a políticos y personajes de todos los ámbitos de la cultura. Hace tiempo que el nonagenario Niemeyer alcanzó la estatura de mito, y que la arquitectura brasileña se identifica con su obra. Todavía en activo, las sombras que proyectan sus sensuales curvas de hormigón es tan alargada como su prolífica trayectoria, a pesar de que edificios últimos como el Memorial de América Latina en São Paulo o el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, en Río de Janeiro, son casi caricaturas de las obras que lo consagraron como el gran heredero de la vertiente plástica corbuseriana: más sensual y hedonista en su propia casa de Gàvea o en el conjunto de iglesia, club náutico, casino y casa de baile de Pampulha, y de una monumentalidad serena y escultórica en los edificios institucionales que diseñó para Brasilia.