Quizá fue un presagio que Nikola Tesla (Smiljan, actual Croacia, 1856 - Nueva York, 1943) naciese mientras una fuerte tormenta eléctrica de verano sacudía su ciudad natal. O un indicio que, de niño, viese cómo gracias a la electricidad estática saltaban chispas de su gato con el solo roce de su mano... Sea como fuere, el ingeniero, seducido por la electricidad, dejó en herencia inventos que marcaron el siglo XX, convirtiéndose en una figura clave de la historia de la ciencia. Su vida y obra, no exenta de mitos y leyendas, discurrió entre épocas de esplendor y de oscuridad. Y en ella se adentra la última exposición en CaixaForum, un homenaje a este genio de la electricidad (hasta el 8 de enero).
Realizada en colaboración con el Nikola Tesla Museum de Belgrado, la muestra hace un recorrido cronológico por su existencia, prestando especial interés en sus grandes contribuciones científicas. Suya es la invención del motor de inducción, el desarrollo de la corriente alterna como fuente de energía —por la que tuvo grandes encontronazos con Edison— y la transmisión inalámbrica de la energía y la información...