Una investigación de Santiago Huerta rastrea la historia de este tipo de construcción desde su aparición en el Levante del siglo XII hasta su curiosa explosión en el Múnich de posguerra.
Su gran éxito durante tanto tiempo se debe a que es muy barata y rápida, porque es muy delgada (usualmente de cinco a 10 centímetros, aunque puede llegar a solo tres), ligera y sencilla, pero a la vez es muy resistente a la carga y al fuego.Sin embargo, esa sencillez también ha sido su gran lastre, pues con algunas excepciones, solían ser enlucidas con yeso y pintura, por lo que son muy difíciles de reconocer a simple vista, explica Huerta. Pero, aunque muchas veces casi invisibles, siempre han estado ahí...