La moda de Milán: mente caliente, corazón frío
La colección firmada por Miuccia Prada y Raf Simons consigue mantener alta la presión arterial de la audiencia con una propuesta en el que el juego de texturas y patronajes va in crescendo: boleros de piel con forro de lentejuelas, vestidos túnica con cintas deportivas, bombers sobredimensionadas, abrigos con grandes solapas y hombros armados en colores luminosos, botas elásticas, monos y camisetas ceñidas al cuerpo que asoman bajo trajes de corte cartesiano y vestidos de punto. Diseños que trascienden la barrera de la edad, uno de los talentos más extraordinarios de la creadora italiana. La colección es un alarde en número de prendas, tejidos y conceptos. Tanto que requiere más de un visionado para apreciar todas las capas que la componen. “Al ser un evento sin público te puedes concentrar más en lo que quieres transmitir. Antes era un paseo, pero ahora resulta mucho más difícil: tienes que hacer el desfile, editarlo, y encontrar algo interesante que decir más allá de un grupo de chicas pasando. Cuando esto termine, habrá que seguir haciendo las dos cosas”, explicaba Prada en una charla emitida a continuación del desfile con el diseñador y fan Marc Jacobs, la actriz de Euphoria Hunter Schafer, el arquitecto Rem Koolhaas y el director Lee Daniels (Precious). Los invitados y diseñadores reflexionaron sobre las influencias que les alimentan en sus respectivas disciplinas, pero también sobre el concepto de Pradaness (también Pradismo o pradez) que Jacobs fue el primero —y más apasionado— en definir: “El pradismo es usted, señora Prada. Es un increíble ojo y un sentido del gusto. Una mezcla de cultura, inteligencia y sensibilidad. Un punto de vista que percibes en todo”...
El País: La moda de Milán: mente caliente, corazón frío