La Phillips Collection, que se precia de ser el primer centro de arte moderno que abrió en Estados Unidos, cumple su centenario volcado en la comunidad.
Cuando Dorothy Kosinski, directora de la Phillips Collection, se puso a trabajar en la conmemoración del centenario del museo, no podía imaginar que el destino —llámese también fatalidad— le tenía reservado un relato de estructura circular para esos 100 años de vida. Que 2021 encontraría al mundo tiritando por una pandemia, al igual que en 1921, cuando el industrial Duncan Phillips inauguró el centro en su propia residencia de Washington. Que el consuelo y el propósito que encontró aquel hombre en el arte de su tiempo iba a ser lo que ahora necesitaría la sociedad.
Phillips inauguró el que se precia de ser el primer museo de arte contemporáneo de EE UU aún doliente por la muerte en 1917 de su padre, un veterano de la guerra civil estadounidense, y por la de su hermano, James, solo un año después, por la mal llamada gripe española. “La tristeza se había apoderado de mí”, escribió años más tarde en su libro A Collection in The Making (”una colección en ciernes”), “entonces convertí mi amor por la pintura en un propósito para vivir”. Junto a su esposa, la artista Marjorie Acker Phillips, se volcó en ese lugar. Puso la fortuna del acero creada por su abuelo en Pittsburgh al servicio de la colección, que comenzó con 237 piezas y hoy roza las 6.000...
El País: El museo que nació hace 100 años del duelo de otra pandemia