La ciudad se propone como el mayor museo al aire libre del mundo tras la restauración del emblemático camino que une los templos de Karnak y Luxor.
Cada año desde al menos la llegada del Imperio Nuevo del Antiguo Egipto, alrededor del 1550 antes de la era común, la esperada estación de las inundaciones estaba íntimamente asociada a la llamada fiesta de Opet. Para los antiguos egipcios, la crecida anual del río Nilo era sinónimo de fertilidad de la tierra, una época de bendición y júbilo, y era por ello recibida con una ceremonia majestuosa —y todavía hoy rodeada de un cierto misterio— en la ciudad de Tebas, la actual Luxor y la antigua capital de Egipto durante largos periodos.
Pese a que no se conserva ningún texto que describa directamente la importancia de aquel acontecimiento, y que, por lo tanto, no se conozca exactamente cuál era su propósito, los relieves del templo de Karnak, en Luxor, ofrecen una valiosa representación pictórica del festival y su evolución en el tiempo. Y gracias a sus detalles, sabemos que la principal parte del espectáculo consistía en una gran procesión durante la que se transportaban las estatuas de los tres dioses más sagrados de Tebas, Amón-Ra, Mut y su hijo Jonsu, en barcas de madera a lo largo de la monumental Avenida de las Esfinges, un camino de 2.700 metros con cientos de esfinges a ambos lados que conecta los templos de Karnak y de Luxor...
Luis Fernández-Galiano: Obras faraónicas