Poco antes de que la Universidad de México le otorgara la Medalla Attolini, Alberto Campo Baeza recibía el Premio COAM 2017 por el Polideportivo de la Universidad Francisco de Vitoria en Pozuelo de Alarcón: un objeto inmaculadamente blanco en el que la estructura casi desaparece y la envoltura se confía al vidrio para convertirse en una especie de inquietante escaparate deportivo, rayano por su fuerza abstracta en la virtualidad. Lejos de matizarse, el lenguaje de Campo se exacerba con los años: el maestro sigue siendo fiel a los valores plásticos que desde el principio supo hacer suyos.