En 2011, Arroios era el barrio lisboeta de la droga, la prostitución y el abandono urbanístico. El alcalde de entonces, António Costa, hoy primer ministro, decidió recuperar la zona y trasladó sus oficinas al meollo del lumpen, la calle Intendente. El ejemplo cundió y ocho años después Arroios es ejemplo de dinamismo cultural, convivencia y vitalidad social. En dos kilómetros cuadrados conviven personas de 79 nacionalidades, budas y vírgenes de Fátima, hoteles de lujo y comedores sociales. Elegido recientemente por la revista Time Out como el barrio más cool del mundo, no hay un lugar igual en Portugal... [+]