Alardes de esqueleto: la técnica monumental

1977-1981

31/08/1999


A finales de los años 70, las utopías igualitarias de los 60 habían empezado a marchitarse; las esperanzas, alimentadas por la prosperidad, de una nueva sociedad liberada de las constricciones de la necesidad se desvanecieron al enfrentarse a las ásperas realidades del estancamiento económico provocado por las crisis energéticas de 1973 y 1979. El ocio del confort se vio reemplazado por el ocio del desempleo, y la ingeniería social se sustituyó por recetas tecnológicas. La oficina de Foster dio un giro a sus prioridades, dejando atrás los contenedores neutros e igualitarios y adoptando un espectacular expresionismo estructural, que aunque de corta duración, produjo el que es probablemente el edificio más elogiado de toda su carrera, la sede del banco de Hong Kong en la entonces todavía colonia del Reino Unido. La celebración del poder de la técnica a través de alardes de ingeniería expresionista recibiría el nombre de high-tech, y con esta etiqueta se vinculaba a la gran tradición ingenieril británica del siglo XIX, sacando brillo a las ajadas medallas del Imperio y de la Commonwealth. Pero las otras figuras principales de esta corriente eran el antiguo socio de Foster, el anglo-italiano Richard Rogers, y el genovés Renzo Piano, que en 1977 habían inaugurado el Centro Pompidou de París con extraordinario éxito de crítica y público, de manera que es difícil encasillar la high-tech como una marca exclusivamente británica; y los tres arquitectos compartían una conciencia social y una mezcla de influencias pop, ecológicas y alternativas que no les permitirían deslizarse hacia la tecnocracia conformista. Foster admiraba sin duda la imagen juguetona del Pompidou, como muestran explícitamente el intercambiador de transporte de Hammersmith y otros proyectos de esa época; pero nunca llegó al extremo de monumentalizar las instalaciones exhibiendo colosales conductos pintados de colores, y con un talante más austero concentró la expresión arquitectónica en la estructura, ya fuese el rascacielos de Hong Kong o la nave de Renault. Su lenguaje se había desplazado del silencio a la locuacidad, y su interés, de las pieles a los esqueletos; pero la emoción de las estructuras se erosionaría con el tiempo, y al final prevalecería el tono lacónico. Cuando el desarrollo detallado del complejo proyecto de Hong Kong obligó al estudio a crecer, e hizo necesario el traslado a otra oficina mayor en Great Portland Street, el mobiliario articulado realizado ex-profeso para la nueva sede fue la última estructura expresiva diseñada por Foster en mucho tiempo, y los años 80 serían escenario del retorno de la contención silenciosa de antaño...[+]


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