The Last Decades in the Principality

Interior Reconquest

Fernando Nanclares 
30/06/2010


Las dificultades para la conquista de la región que los romanos denominaron Asturia Transmontana tienen que ver con la peculiar orografía de este territorio encajado entre dos barreras naturales: el mar Cantábrico y la cordillera, también Cantábrica. El aislamiento que propiciaron estos límites contribuyó a forjar el mito de los astures indómitos, al cabo felizmente romanizados, que más tarde resistirían el avance de la invasión árabe y emprenderían la reconquista de la península ibérica bajo el liderazgo de los reyes asturianos.

Esta aventura bélica y política asombra por su envergadura histórica, y su mérito se acrecienta por haber sido iniciada en un territorio tan marginado. Y el asombro es mayúsculo si consideramos la actividad constructora de los monarcas asturianos que, en apenas doscientos años, del siglo viii al x, pueblan el reducido territorio de pequeños edificios civiles y religiosos que hoy siguen admirando por su belleza y perfección geométrica. Es el momento álgido de Asturias y esa arquitectura áulica es su mejor patrimonio histórico.

La Asturias de hoy es bien distinta. Los pequeños edificios medievales siguen deslumbrando en un paisaje de postal, pero la ambición de sus constructores se ha trocado, en la sociedad actual, transcurridos más de mil años, en desconfianza. Las sucesivas crisis de las últimas décadas han golpeado fuerte. En este contexto, ciertamente pesimista, aparecen hoy algunos signos que devuelven la ilusión a la arquitectura asturiana.

En Asturias ha habido buenos arquitectos y estupenda arquitectura pero no ha habido una Escuela de Arquitectura que aglutinase los conocimientos y los proyectase en la sociedad. Los arquitectos modernos, formados en las distintas escuelas españolas, antes Madrid, Barcelona o Sevilla, ahora, además, Valladolid, La Coruña o tantas otras, vuelven a su tierra con experiencias distintas que apenas pueden catalizar las iniciativas culturales del Colegio de Arquitectos. Y se encuentran con un ambiente hostil, poco receptivo con las aventuras personales. Quizás es ésta una peculiaridad asturiana, compartida con las sociedades pequeñas y ensimismadas...

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