Para muchos, el siglo XX dejó algo dolorosamente claro: que las utopías realizadas devienen irremediablemente distopías, y que la búsqueda de la perfección —racial, moral, productiva— está, desde su raíz, abocada al desastre. Y sin embargo, el deseo de un orden social y un escenario urbano ideales fue, y debería seguir siendo, uno de los principales motores del progreso: así nos lo transmite Günther Feuerstein en Urban Fiction, un volumen que recoge de forma cronológica 350 ciudades (o proyectos de ciudades) utópicas. Siendo éste un tema casi inabarcable, Feuerstein elige los casos que él considera de mayor interés por su arquitectura o por la estructura social propuesta, presentándolos como un diario de viaje en el que el autor reproduce diálogos imaginarios con los protagonistas históricos —desde Platón hasta un albañil babilónico, pasando por muchos conocidos arquitectos— en un intento por acercar los ejemplos al tiempo presente. Una lástima, en todo caso, que las numerosas ilustraciones que acompañan el texto se hayan reproducido en blanco y negro, privándonos del color de muchos hermosos documentos.
Pero si la utopía es una proyección hacia el futuro, la ruina, como reminiscencia del pasado en el presente, es su perfecto antagonista. Ruins. Reflexions about Violence, Chaos and Transience, de Hans Dieter Schaal, recoge la fascinación de las sociedades occidentales por la ruina. Símbolo del poder destructor divino en la Edad Media y melancólico recordatorio de civilizaciones del pasado durante el Renacimiento, a partir del siglo XVIII la ruina deviene un modelo estético por derecho propio que conocerá sus días de gloria en el siglo XIX, cuando numerosos parques y jardines europeos se ocupen con ruinas falseadas. Todo eso hasta que la II Guerra Mundial hizo de la ficción una realidad que el texto de Schaal no escamotea: el listado de la ciudades alemanas destruidas por los bombardeos aliados, recogido en el séptimo capítulo, deja un nudo en la garganta que permite valorar mejor obras como el conjunto de la Gedächtniskirche en Berlín de Egon Eiermann, la rehabilitación de la Alte Pinakothek de Múnich por Hans Döllgast, o la reciente reconstrucción del Neues Museum en Berlín de David Chipperfield (hacia la que Schaal dirige interesantes críticas). Los últimos capítulos se dedican a la presencia de la ruina en los medios de comunicación contemporáneos y sus vínculos con una violencia (real o ficticia) de la que sigue siendo su encarnación más radical, como sabemos todos los que presenciamos en directo, hace ahora precisamente diez años, cómo dos rascacielos desaparecían del perfil de Nueva York bajo una nube densa de humo gris.