Las estaciones de ferrocarril en superficie rasgan dramáticamente las ciudades, de ahí que, en las últimas décadas, una de las prioridades en la gestión de las infraestructuras españolas haya sido recuperar la continuidad urbana perdida de tantas ciudades, gracias al soterramiento de las vías y la sustitución de las viejas estaciones. Entre estas intervenciones destaca la de Logroño, proyectada por Iñaki Ábalos y Renata Sentkiewicz, que integra la estación de AVE con la de autobuses, embebiéndolas en un volumen de haz topográfico y de envés cristalino (véase Arquitectura Viva 143), y cuya urbanización acaba de inaugurarse. Se trata de una gran cubierta ajardinada que entronca con la tradición pintoresca de la arquitectura, y que es el primer paso para la creación de un gran anillo verde donde antes las vías de tren partían la capital riojana en dos.