Atenazados por los mercados financieros y por la precariedad económica, los españoles parecemos haber olvidado que la industria nacional de la construcción no sólo es capaz de generar perniciosas burbujas inmobiliarias, sino también excelentes edificios (en su mayoría públicos, aunque no solo) como los que recoge la exposición ‘Arquitectura española, 1975-2010. 35+. Construyendo en democracia’, comisariada por los arquitectos Antonio Ruiz Barbarín y Héctor Barrio y patrocinada por Repsol y la Fundación ACS. Primero en Atenas y Nicosia, y recientemente en Madrid, en la sala La Arquería de Nuevos Ministerios, la muestra ha querido reivindicar lo mejor de la arquitectura española reciente mediante una compilación extensa de obras: una selección de casi 230 proyectos de 130 equipos, donde sólo sorprende la inexplicada sobrerrepresentación de obras de 2010. Su catálogo es un contundente objeto de 24x12x4,5 centímetros —es decir, aproximadamente las dimensiones de un ladrillo— que recoge los proyectos en fichas agrupadas por años: un formato que, si bien brinda una información sucinta, resulta suficiente para reconocer el considerable talento que alberga nuestro país.