En el bosque atlántico de la brasileña costa de Itacare, un bello entorno natural protegido por una restrictiva legislación edilicia, se encuentra el hotel diseñado por el estudio paulista de Mónica Drucker y Rubén Otero. Levitando sobre el terreno, se disponen dispersos 16 pequeños bloques-apartamento, junto a otras piezas de mayor tamaño que albergan el club y el restaurante, un spa y servicios. La construcción de este conjunto intenta dramatizar el paisaje, al capturar las vistas en el marco creado por los duros forjados de hormigón —cuya textura contrasta con la naturaleza—, inscribiéndose la obra, de este modo, dentro de los principios de la arquitectura moderna brasileña.