El primer proyecto que construyeron los jóvenes arquitectos alemanes Hild y Kaltwasser en Eichstätt llamó poderosamente la atención por la elegante y rotunda eficacia de su resolución constructiva y formal. Se trataba de un modesto almacén de pinturas situado en medio de ninguna parte (véase Arquitectura Viva 45), en cuyas fachadas longitudinales se empleaba un sistema de prefabricación que dibujaba un sugerente ‘teclado vertical’. Si ese contenedor podía inducir a la adscripción de sus autores a una genérica etiqueta minimalista, este pequeño catálogo de la serie ‘Portfolio’ de la editorial Gustavo Gili con otras de sus obras los muestra en más facetas: como concienzudos proyectistas de vivienda, o como hábiles constructores y artesanos que se relacionan con la historia desde el respeto, pero también desde la ironía distanciada.
Tillmann Kaltwasser, nacido en Hamburgo en 1959, falleció el pasado mes de junio sin llegar a ver este catálogo impreso. En su última obra con Andreas Hild (Hamburgo, 1961) —la transformación de una buhardilla gótica de Landshut en teatro—, también la solución de las branquias en la cubierta roja nos hace lamentar la interrupción prematura de una asociación tan prometedora.