Frank Lloyd Wright
Richland Center, 1867- Phoenix, 1959
Se publicó como primer dibujo de la serie del año del cine, 1995. Los seis dibujos de ese año tenían la característica añadida de hacer coincidir una obra maestra con un personaje creado para el cine de dibujos animados, y aproximadamente de la misma fecha.
A Frank Lloyd Wright le tocó de pareja la encantadora doncella Blancanieves, el primer largometraje de dibujos animados. Se estrenó en 1937, contemporáneamente con la ‘casa de la cascada’, la obra maestra de la madurez del arquitecto, cuando éste contaba 70 años. Son dos criaturas para el bosque, dos dibujos sobre un fondo de arboledas. En el cuento de los hermanos Grimmel bosque mantiene su tradición nórdica y centroeuropea: es un bosque donde se pierden los hombres, es la guarida de los monstruos. Un bosque oscuro e ignoto, un lugar ominoso. La película de Walt Disney también lo trata así al principio pero, nos dice, eso es sólo un mal sueño. El bosque está lleno de criaturas encantadoras, como se verá después en Bambi, e incluso los contrahechos gnomos son sólo niños traviesos. Su oscuro afán en una profunda cueva, que les permite atesorar secretas e ingentes riquezas según los Grimm, es casi un ejercicio gimnástico en la película. Disney tranformó el cuento de miedo en una alegre canción. Y no digamos nada del final de la malvada bruja... En vez de ser obligada a bailar hasta la muerte con zapatos de hierro al rojo en la boda de Blancanieves, es raptada por un rayo olímpico. El bosque de Disney es norteamericano, es un bosque para boy scouts.
Y así con la ‘casa de la cascada’. El dueño del bosque quería una placentera casa de vacaciones, y Wright le convenció para levantarla en el peor sitio posible: sobre el torrente. De esta manera, el dibujo de la casa Kauffmann dió pronto la vuelta al mundo. La arquitectura moderna se funde con la Naturaleza en el bosque americano. Y es tan cierto que más de una vez el río ha entrado en la casa. En ese bosque, nuestra inocente Blancanieves sale por fin a un claro y se encuentra, no sin sobresalto, con el hombrecito de la melena cana. En sus manos, el dibujo de la casa con su no menos famoso apodo Fallingwater, que es un acróstico de Frank Lloyd Wright.