La energía y la información son los extremos que tensionan la arquitectura festiva y, en ocasiones, excesiva de Enric Ruiz-Geli. Tal polaridad se manifiesta de manera ejemplar en el edificio Media-TIC, que acaba de construirse en el distrito 22@ de Barcelona y que es, hasta ahora, la obra más ambiciosa del mediático arquitecto barcelonés. Como era de prever, el libro que describe esta (en palabras de su autor) ‘Pedrera digital’, está escrito y maquetado con la vocación de convertirse en una especie de tratado sobre la arquitectura paramétrica: los aspectos técnicos del edificio se explican con un afán didáctico encomiable; los ensayos que acompañaban a las siete partes de que se compone el volumen no son baladíes y se deben especialistas como Ramón Folch, Xavier Monteys o incluso Jeremy Rifkin, el profeta de la economía del hidrógeno. Este carácter coral del libro resuena con el sentido multidisciplinar que, sin duda, ha alentado la concepción del propio proyecto, y que se despliega en varias líneas de desarrollo, que van desde el papel de las nuevas tecnologías de la información en la arquitectura (concibiendo a ésta como une eslabón más de la cadena digital) hasta el desarrollo, en colaboración con la industria, de envolventes de altas prestaciones energéticas, pasando por el cálculo de la singular estructura del edificio. Pese a su atractivo, esta desenfadada y saludable vocación por incorporar la estética de la energía en la arquitectura y alentar con ella un nuevo universo de formas, corre un peligro: los profusos cálculos y diagramas que ilustran el libro pueden sugerir la idea equivocada de que la forma final es el resultado ‘necesario’ de un nuevo tipo de determinismo o funcionalismo, que actualizaría en términos medioambientales el periclitado ‘Form follows Function’ de Sullivan.