De la mano del catedrático de Expresión Gráfica de la Arquitectura Carlos Montes nos llega esta reflexión sobre la influencia que tuvieron en la generación de la forma plástica renacentista las convenciones culturales y los cánones retóricos del momento. En concreto, se describe el impacto que produjeron en la teoría del arte del Quattrocento, los cuatro tratados de retórica de Cicerón, redescubiertos en la catedral de Lodi en 1421, apenas cuatro años después de la exhumación del tratado de Vitruvio. Se constata un desplazamiento formal desde la literatura o las relaciones sociales hacia la arquitectura y otras artes. La creatividad artística se interpreta aquí dentro del marco más amplio de la historia de las ideas, en sintonía con el pensamiento de Ernst Gombrich.
En la primera parte explica las categorías formales de Cicerón que llegaron hasta el Renacimiento, como el decorum o quinto sentido para juzgar lo conveniente, que contrapesó la norma con la licencia. Además, la dissimulatio artis (resumida en la máxima ars est celare artem) y la negligentia diligens, propiciaban una apariencia de facilidad que posponía el reconocimiento de la maestría para aumentar las expectativas y la fruición.
En capítulos posteriores, se analiza la difusión de estas ideas clásicas en la Europa del siglo XVI a través de Il Cortegiano de Baltasar de Castiglione, un manual del perfecto cortesano cuyos conceptos se tradujeron en formas plásticas cuando los asumieron creadores como Rafael, Serlio o Tiziano. Se restablecieron categorías formales como la grazia, un resplandor neoplatónico que completa el concepto de belleza como adecuada proporción de partes, y la sprezzatura, un cierto desprecio o descuido que contrapesaría la posible afectación y rigidez de lo perfecto, que confirmó la vigencia de la facilitá como manifestación velada del esfuerzo.
Más adelante se estudia el trasvase de estos modos retóricos a la tratadística del arte. Sebastiano Serlio asume a las claras la licencia y la ruptura ocasional de las normas como fuente de inspiración creativa en la arquitectura. Al analizar las Vidas de los artistas de Giorgio Vasari, se traza un interesante paralelismo entre el papel que en las obras de Cicerón desempeña la filosofía como madre de la retórica, y la importancia que Vasari asigna al dibujo como padre de las tres artes visuales. En los dos últimos capítulos, el autor aborda la migración de las ideas de Cicerón hacia los escritos de arte ingleses a partir del siglo XVII, como los de Henry Wotton, Franciscus Junius y Joshua Reynolds.
El libro termina con una amena reflexión titulada ‘Elegancia, decoro y contención’, que recorre diversos escritores ingleses, desde Jane Austen a Tobias Wolff, mostrando cómo las categorías formales que conjugaron conveniencia, contención y licencia, empaparon los usos sociales anglosajones y crearon todo un estilo de vida, más allá de las meras repercusiones artísticas.