Colin Rowe escribía, hace quince años, que las dos barreras que limitaban la actuación del arquitecto eran la licencia y la gente. Los tiempos de liberalización y de fuerte competencia que vivimos hoy han hecho que cobre la máxima importancia otro factor: la atención a la economía de la obra y al coste de cada operación urbanística. Del «dejemos que la ciencia construya la ciudad», hemos pasado, además al ‘dejemos que la economía construya la ciudad’. Es el imperativo del poder económico el que domina ahora los procesos urbanos. Ante este panorama, los arquitectos solo volverán a tener poder de decisión si acceden a puestos directivos en sociedades que controlen el dinero público... [+]