Dedicado anteriormente a Anselm Kiefer y a Richard Serra, este año se celebra por tercera vez Monumenta, el encuentro artístico que promueve el Ministerio de Cultura y Comunicación francés en el Grand Palais de París. Bajo la gran cubierta acristalada resonará un persistente latido de corazón hasta el 21 de febrero: se trata de Personnes, la última instalación del francés Christian Boltanski, un homenaje a las víctimas del Holocausto que utiliza como símbolo las ropas usadas de los ausentes. El artista juega con la ambivalencia del título de la obra, «un término que evoca la presencia y la ausencia».
Un extenso panel conformado por archivadores oxidados funciona como muro de contención de la obra que esconde detrás: cientos de prendas entre las que camina el espectador hasta llegar a la pieza central de la instalación, «una montaña de ropa de diez metros, coronada por una grúa con un garfio de cinco dedos. Esa mano de hierro atrapa las ropas, las lleva hasta la cumbre de la nave y después las suelta. Es la idea de la mano de Dios que se asemeja al azar». Mientras, se oye latir los corazones de los visitantes a través de los altavoces.