«Mejor ser un mal católico que un buen hereje.» La afilada lengua de Gianlorenzo Bernini atacaba ingeniosa pero despiadadamente a su contemporáneo Francesco Borromini. Y Borromini, según su biógrafo, «reprochaba a Bernini, cuya pericia técnica estaba por debajo de la genialidad de sus ideas, el haberle usurpado el honor de sus propios desvelos.»...[+]