El mármol de Brescia quizá no sea tan famoso como el de Carrara que utilizaron Pisano o Miguel Ángel, pero la cuenca en torno a la ciudad es una de las mayores productoras de piedra ornamental de Italia. Para celebrar tanto su diversidad geológica como su tradición cantera, una marquesina se alza entre bloques diseminados por una gravera transformada en parque, desplegando una delgada cubierta metálica sobre nueve soportes monolíticos, descartes donados por empresas de la zona y cada cual de una variedad rocosa distinta. Bajo este megalito contemporáneo, un décimo pilar labrado con una alegoría recuerda que dentro de la piedra el arte aguarda a que se cincele lo que sobra.