Los ancianos de la diminuta isla de Chaishan aún recuerdan que su accidentado litoral —hoy solo bordeado por ocasionales ferris— fue, hasta hace no mucho, un puerto próspero, donde los navegantes que arribaban eran recibidos bajo los árboles que había a la entrada del pueblo. Para evitar que esa imagen se pierda, la renovación de un obsoleto muelle de carga ha incorporado una marquesina con la contextura esquelética de las bestias cinéticas de Theo Jansen, en la que una suerte de ala se despliega sombreando un mirador. Sostenida por un armazón de acero galvanizado y tratado para resistir el ambiente salino, y alzada sobre un suelo de rejilla que deja entrever el anclaje a las rocas, la cubierta está formada por treinta y seis ‘plumas’ de plástico reforzado con fibra de vidrio, paneles ligeros que protegen de la radiación ultravioleta. Gracias a un sistema de contrapesos y uniones en rótula, el mecanismo es flexible y se mece suavemente con la brisa, pero a la vez posee la suficiente firmeza para soportar una eventual tempestad, acaso como símbolo de la memoria testaruda que se resiste a dejarse arrastrar por el vendaval del tiempo...[+]