Vinculado directamente al distrito de Stratford mediante una nueva conexión peatonal, el Centro Acuático —que es la primera pieza que el visitante contemplará cuando llegue al Parque Olímpico— da cuenta, en la orientación de su planta, de su ubicación privilegiada, disponiendo su eje principal perpendicularmente a la pasarela de acceso al parque.

El edificio inspira su forma en los remolinos y las geometrías complejas producidas por el agua en movimiento, y genera con su juego de desplazamientos y alabeos un conjunto de espacios exteriores e interiores que aluden a los sinuosos paisajes de ribera del Parque Olímpico. Este argumento plástico es coherente con un riguroso requerimiento de flexibilidad, ya que el edificio deberá ser capaz de responder con eficacia programática a dos situaciones bien distintas: el acomodo de más de 17.500 espectadores durante los Juegos, y el de tan sólo 2.000 una vez que estos terminen y la demanda sea sólo la local.

El Centro Acuático surge de la superposición de varios estratos: en primer lugar, una playa formada por la piscina olímpica de competición y la de salto de trampolín; en segundo lugar, un podio, situado bajo la cota de acceso del edificio, que alberga la piscina de entrenamiento; en tercer lugar, la gran cubierta alabeada, y, finalmente, dos cuerpos de graderío superpuestos, de los cuales el más retranqueado —dimensionado para más de 15.000 espectadores y que se manifiesta al exterior como dos alas simétricas macladas a la cubierta— será el que se desmantele completamente tras la finalización de los eventos olímpicos.

Con su estructura de 11.000 metros cuadrados de superficie, 160 metros de largo y 90 de ancho, y formada por una serie de cerchas de acero apoyadas en tres grandes machones de hormigón armado, la cubierta se orienta según el eje principal de las piscinas, variando su inclinación y altura hasta transformarse, en su extremo noroeste, en un voladizo de 30 metros que cubre dramáticamente la entrada al edificio, enfatizando así su carácter icónico.