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On Alfred Hitchcock
A lo largo de los años 1970 el historiador Marc Ferro intentó introducir el estudio del cine dentro de los dominios académicos respetables, encontrándose con la incomprensión de sus austeros colegas, que consideraban el ‘séptimo arte’ como un mero espectáculo de masas. Precisamente en esa misma época los hombres del Cahiers du Cinéma estaban empeñados en difundir su ‘política de los autores’, que presentaba a los grandes directores clásicos como artistas de primer orden, y merece la pena recordar que Hitchcock era para ellos el Zeus del Olimpo del cine.
La aparición insólita del libro The Wrong House: The Architecture of Alfred Hitchcock nos recuerda que la utilidad académica de los estudios cinematográficos no se limita al campo de la historiografía o de la historia del arte. El autor Steven Jacobs afirma con seguridad que «la historia de la arquitectura no sólo comprende la historia de los edificios construidos y de los proyectos irrealizados diseñados por prominentes arquitectos, sino también las evocaciones y representaciones de la arquitectura en las artes y la cultura popular. Esta es la razón por la que el historiador debe ocuparse también de la arquitectura imaginaria del cine».
En su libro, Jacobs trata a Hitchcock —y sólo de forma lateral a sus diseñadores de producción— como a un arquitecto en toda regla; el grueso del libro se halla dedicado al análisis muy concreto de veintiséis de los decorados domésticos que tienen un papel importante tanto en el período inglés como en el norteamericano de la carrera del ‘maestro del suspense’, y Jacobs explica con gran ingenio y capacidad de observación el auténtico sentido funcional y psicológico de los elementos arquitectónicos ‘hitchcockianos’.
Todo este esfuerzo de estudio y catalogación viene acompañado de planos originales e inéditos de los escenarios de las películas (hasta donde es posible reconstruirlos) y por una serie de capítulos introductorios en los que Jacobs establece de manera sumaria —pero con buenos ejemplos— una serie de líneas de fuerza que determinan la aproximación general de Hitchcock al espacio arquitectónico y urbano: el sentido eminentemente visual (por encima incluso de lo narrativo) del cine del maestro; su interés por los espacios acotados (y consecuentemente su preferencia por la filmación en estudio); su capacidad para dotar a los objetos domésticos de significados simbólicos y psicológicos; el interés de Hitchcock por la ciudad moderna, y la constante subversión que encontramos en su obra de todos los tópicos turísticos (con una especial atención hacia los monumentos e hitos urbanos).
Bien documentado (Jacobs ha investigado en archivos pertinentes de Londres y Los Angeles), razonablemente erudito (conoce y cita toda la bibliografía auxiliar relacionada con Hitchcock), escrito con claridad, sin esa farragosa pedantería que difumina los discursos de otros académicos estudiosos de la cultura popular al estilo de Eco o Baudrillard, al libro de Jacobs solo puede afeársele el pago de un impuesto revolucionario a ciertas autoridades establecidas que aquí estaban fuera de lugar (como las citas muy ocasionales de Benjamin o Deleuze, perfectamente banales, pero obligadas, al parecer) y una cierta insistencia en el retruécano en los epígrafes de sus capítulos, que juegan muy previsiblemente con los títulos de las películas de Hitchcock. Por lo demás, el carácter realmente excepcional de este libro reside en su triste aislamiento en el panorama académico actual.