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Fotografía y espacio urbano
‘Espacio’ y ‘público’ son dos términos comunes; tanto que la suma de ambos parece ya una expresión gastada, incluso banal. George Baird, arquitecto y crítico canadiense, se esfuerza en demostrar lo contrario. Su empeño acaso esté justificado si se tiene en cuenta, por un lado, que el espacio ha sido un concepto que sólo hace relativamente poco comenzó a ser manejado por la teoría de la arquitectura —merced a la influencia de figuras como Alöis Riegl y August Schmarsow—, y si se consideran, por el otro, los trastornos causados por la globalización en el modelo consuetudinario de ciudad, que hacen del debate sobre lo público algo de nuevo pertinente.
Sin duda, el mayor de estos trastornos ha sido la pérdida del peso de ‘lo común’, concebido como un ámbito de intercambio que halla en las calles su ecosistema propio. Baird dedica la primera parte de su libro al diagnóstico de este eclipse cívico y político a la par, pero ciñéndose al contexto que mejor conoce: el de las ciudades norteamericanas, muchas de ellas marcadas por la anomia mercantilista o, en el mejor de los casos, por la nostalgia historicista ejemplificada por el New Urbanism. Frente a tales derivas, el autor vuelve a los clásicos —la koinomia de Aristóteles; la Öffentlichkeit de Habermas— y, amparándose en las nociones de ‘acción’ y ‘dispersión’ construidas, respectivamente, por Hannah Arendt y Walter Benjamin, propone un retorno a lo público desde la praxis arquitectónica.
Hasta aquí todo previsible. Lo más relevante viene más tarde, pues el spatial (re)turn de Baird, lejos de ser sólo teórico o incidir en los manidos debates sobre la (buena) forma urbana, recurre a la fotografía como un eficaz escalpelo sociológico que muestra descarnadas a las ciudades. La segunda parte del libro consiste así tanto en una pequeña historia de la fotografía urbana, como en un análisis fenomenológico de los modos del juego de los cuerpos en el espacio público, sintetizándolos en conceptos un tanto planos, aunque eficaces, como la visibilidad, la cercanía y la continuidad. Ameno e informado, a veces superficial, Baird es capaz de presentar lo público con un sesgo novedoso. Ojalá otros sigan su estela.