La teoría tiene mala prensa. El mundo universitario anglosajón ha conducido el pensamiento arquitectónico a reductos tan herméticos y tan alejados del ejercicio profesional que la palabra ‘teoría’ sólo provoca recelo y rechazo. Sin embargo, la arquitectura se construye también con ideas, y la exploración del desarrollo de estas en el tiempo no puede sino iluminar el panorama contemporáneo, contribuyendo a esclarecer los mimbres conceptuales que soportan la diversidad de prácticas actuales. Este es el hilo conductor que enhebra dos publicaciones recientes de las Presses polytechniques et universitaires romandes —editorial vinculada a la Escuela de Lausana cuya excelencia ya hemos comentado en esta sección—, una introducción a la historia de la teoría arquitectónica desde Vitruvio hasta Semper y una taxonomía conceptual de las obras producidas en las últimas tres décadas. Si el hueco cronológico entre los dos libros se cubre con Composition, non-composition —un examen de la relación entre arquitectura y teorías durante los siglos XIX y XX que se reseñó en Arquitectura Viva 143, escrito por el mismo Jacques Lucan que firma el segundo de ellos y codirige la serie donde aparecen ambos—, el relato se cierra con elegancia y exactitud.
Aunque la obra de Georg Germann se publicó originalmente en alemán en 1980, su análisis sigue sustancialmente vigente, y la actual traducción de Jacques Gubler —que utiliza la segunda edición alemana de 1987—, aspira a convertirla en un long seller, porque tanto el rigor historiográfico como la agilidad de su prosa y lo compacto de su formato merecen una larga vida editorial. El historiador suizo recorre la ‘literatura artística’ que alimenta la teoría de la arquitectura para hallar, tras el equívoco paréntesis medieval, una continuidad vitruviana que se extiende desde Alberti y Filarete hasta Blondel y Perrault, dedicando una atención especial a la demolición de esa tradición por Lodoli o Boullée y a su extinción con Durand y Semper. Los tratados de autores españoles, por desgracia, están por entero ausentes, como lo estaban en la obra colectiva coordinada por Dora Wiebenson 1982, donde sólo figuraba Villalpando, y que al aparecer en castellano en 1988 se enriqueció con textos sobre, entre otros, Diego de Sagredo, Fray Lorenzo de San Nicolás o Caramuel, y que continúa siendo una guía útil al laberinto bibliográfico de la literatura artística arquitectónica.
Por su parte, y bajo un título que rinde homenaje al de Le Corbusier en 1930, Jacques Lucan, que había hecho un uso abundante de fuentes escritas en su libro anterior sobre los siglos XIX y XX, recurre aquí sobre todo a los edificios para cartografiar la charnela entre los siglos XX y XXI. Delimitando las diferentes corrientes que surgen tras el declive de la postmodernidad en 1980, el arquitecto y profesor francés recorre sucesivamente los diagramas como estructuras y como figuras, las interdependencias ‘textúricas’ y orgánicas, la fenomenología en sus vínculos con los materiales y las atmósferas, el retorno a lo arcaico y lo sublime, y la disolución de la arquitectura en el paisajismo. Ya desde el primer capítulo, Rem Koolhaas y Herzog & de Meuron aparecen como protagonistas de un relato coral en el que también tienen participación destacada SANAA y los también japoneses Toyo Ito y Sou Fujimoto, así como los suizos Peter Zumthor y Valerio Olgiati, iluminados por las referencias arquitectónicas de Le Corbusier y Mies o por las citas filosóficas de Gilles Deleuze y Maurice Merleau-Ponty. Consciente de la caducidad de los ‘grandes relatos’, Lucan termina su trayecto manifestando su fatiga frente al manierismo, constatando la supervivencia residual de lo autobiográfico y expresando más interrogantes que certidumbres en una etapa histórica cuyas singularidades eluden el hallazgo de principios o reglas. La teoría tiene mala prensa, pero seguimos esforzándonos en ahormar el mundo con conceptos.