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Luis Cubillo Revisited
Doscientas páginas para doce ensayos y un prólogo, y casi otras tantas para proyectos, dibujos y apuntes biográficos celebran la obra del arquitecto madrileño Luis Cubillo de Arteaga. Esta profusa antología y homenaje cubre los trabajos de su estudio durante un cuarto de siglo, desde la tardía posguerra hasta mediados de los setenta. Tan abundante material deja al arquitecto deliberadamente expuesto a comparaciones o valoraciones que quizá una selección más estricta hubiera eludido, pero con su extensión pretende también ser fiel al contexto cultural de su obra y reflejar aquella arquitectura de los veinticinco años de prosperidad española entre los inciertos brotes de modernidad estilística y social de los 50 hasta lo que podría llamarse la madurez feliz de los maestros constructores españoles en los primeros 70.
La puesta en escena de esos cinco lustros corre a cargo de trece pequeños ensayos, que incluyen el elogio de la obra de Cubillo, a veces como hilo conductor y a veces como personaje de fondo. La producción del arquitecto representa toda una época y da razón inteligente de su evolución, como ejemplo a menudo imitado y como fiel testimonio de ella, moderado si se compara con el de los colegas que marcaron los jalones más audaces o descabellados de la arquitectura española, tan hecha de hitos y personalidades extraordinarias en una época dorada para los arquitectos.
Los trece escritos completan el homenaje más que ampliamente: tantos textos no pueden dejar de solaparse y, si bien aportan distintas reflexiones sobre el período y sobre el protagonista, a menudo recorren con el lector el mismo camino y las mismas fuentes. A través de ellos podemos situar a Cubillo en su entorno político, cultural, social y técnico; en su voluntario funcionalismo y su habilidad geométrica. Y aunque el punto de vista que emparenta el conjunto de opiniones parece ser el equilibrio entre una opción personal por la arquitectura moderna y la sumisión de la profesión a una tradición obsoleta, quizá esa visión se siente hoy como una mitología demasiado actual para nuestro personaje.
Es posible que Luis Cubillo no tuviera tan claro el mito de la modernidad. Fotos y dibujos parecen decirnos que supo dónde quería estar cuando el mito de los arquitectos estaba por cambiar y el país entero por reconstruir, cuando el hormigón, el vidrio y el acero y el dibujo cobraron un sentido diferente y una poética irresistible para los jóvenes como él. Y en el nuevo sistema social español aportó un buen hacer que brilló sobre todo en su traducción de las imágenes de la arquitectura nórdica a un código español de recursos muy limitados, como en el caso de los Poblados Dirigidos de Madrid.
El nuevo libro no podía dejar de documentar también al Cubillo constructor de iglesias, el más conocido por el público debido a la enfática presencia de sus conjuntos parroquiales en la ciudad. Y se entiende bien cómo el autor hizo uso de su experiencia geométrica para buscar una imagen de cambio, cumpliendo con el difícil encargo de encajar en los tiempos modernos el tiempo inmemorial de la Iglesia católica. Concebir de nuevo el espacio sagrado dentro de las reformas vaticanas del culto parecía un desafío —si no una contradicción— a los ojos de la modernidad más radical en tiempos de la incipiente teoría crítica de Zevi o Giedion. Pero entre todo ello pudo desenvolverse Cubillo, con esa facilidad para combinar esquemas funcionales simples, secciones constructivas quebradas y campanarios escultóricos y abstractos.