Publicados originalmente en francés, Le labyrinthe des égarés: L’Occident et ses adversaires (2023) y La défaite de l’Occident (2024) aparecen simultáneamente en castellano para presentar versiones opuestas del declive de Occidente. Aunque tanto el escritor francolibanés como el demógrafo y politólogo francés muestran simpatías por ese Sur Global que a menudo se define frente a Occidente como ‘the Rest’, su actitud frente a ‘the West’ es opuesta. Amin Maalouf admite que el declive es real, pero asegura que «todos cuantos combaten a Occidente se hallan en una quiebra aún más grave que la suya», por lo que «ni los occidentales ni sus numerosos adversarios son hoy capaces de conducir a la humanidad fuera del laberinto en que anda perdida»; Emmanuel Todd, por el contrario, piensa que «es una crisis occidental, y más concretamente una crisis terminal estadounidense, la que pone en peligro el equilibrio del planeta», y explica las razones por las cuales «el resto del mundo eligió Rusia» en su conflicto con Occidente en Ucrania.
El laberinto de los extraviados examina el trayecto en la historia reciente de tres grandes naciones —el Japón de la era Meiji, la Rusia soviética y China— que han desafiado la primacía de un Occidente representado primero por la Europa de las metrópolis coloniales y desde principios del siglo xx por los Estados Unidos de América, que «vencieron militarmente a Japón, salieron triunfadores de la Guerra Fría con la Unión Soviética y son los que están en primera línea para plantar cara a la ascensión de China». Apoyándose en la documentación que le ofrecen un centenar de títulos, el libro resume con elegancia y fluidez la historia convencional de la pugna entre este conjunto de potencias, y su relato ameno se lee con gusto, iluminado por una singular galería de personajes, ilustrado por un centón de microhistorias, y tejido con narrativas que se entrelazan con agilidad. El epílogo, que examina las ‘vidas paralelas’ y el enfrentamiento actual entre China y Estados Unidos, se cierra con la guerra de Ucrania, donde la ausencia de condena de numerosos países de África, Asia y Latinoamérica se atribuye a la persistencia del sentimiento anticolonial y a la percepción de un doble rasero en la conducta de Occidente, pero cuyo desarrollo y causas se abordan con solo buenas palabras y beneméritas intenciones, frente a lo que se define como «todo un estropicio, qué duda cabe».
En musculoso contraste, La derrota de Occidente se inicia en Ucrania, enumerando las sorpresas de la guerra, desde la resistencia militar del país invadido y la resistencia económica del país invasor hasta el desmoronamiento de la autonomía europea, la incapacidad industrial de los Estados Unidos y la soledad ideológica de Occidente. Todd analiza la estabilidad rusa frente a las sanciones, deplora el suicidio asistido de una Europa que ha renunciado al gas ruso, y asegura que los Estados Unidos están gobernados por una oligarquía nihilista que se comporta de forma irracional, como prueban sus decisiones en Gaza. El analista, que en su día predijo el colapso de la Unión Soviética, pronostica ahora que Rusia ganará la guerra de Ucrania, porque para ellos es una cuestión existencial, algo que no ocurre en el caso de Washington. Y tal como ha hecho en libros anteriores, recurre a la economía crítica, a la sociología religiosa y a la antropología para explicar el tránsito del neoliberalismo al nihilismo, y la división del mundo entre los países con estructura familiar nuclear e individualista y aquellos donde pervive un sistema familiar comunitario, caracterizado por el autoritarismo y el igualitarismo. La desaparición del protestantismo y la tensión entre la familia bilateral y nuclear, que es la base de la democracia liberal, y la familia patrilineal, que hallamos sobre todo en el Sur Global, son los grandes ejes de una interpretación lúcida del mundo contemporáneo que circula por cauces diferentes a los habituales en los medios de comunicación. Si el demógrafo y politólogo tiene razón, ‘the Rest’ se impondrá a ‘the West’, y Kiev será otro Saigón, otro Bagdad u otro Kabul.
