La arquitecta valenciana Beatriz Colomina es una de las exportaciones intelectuales más distinguidas de una región que se jacta de su vocación exterior. Directora de los programas de doctorado en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Princeton, la historiadora y crítica tiene en su haber una consistente producción académica, enhebrada por el hilo conductor de la relación entre la arquitectura moderna y los medios de comunicación de masas, que se inició con su tesis doctoral, leída en 1991 en Barcelona, publicada originalmente en inglés en 1994 con el título Privacy and Publicity, y editada ahora en castellano —dieciséis años después— por tres instituciones de Murcia. La publicación coincide con la de un voluminoso libro-catálogo, a cargo de la propia Colomina y su alumno de doctorado Craig Buckley, que documenta la popular exposición sobre la arquitectura radical de las pequeñas revistas en los años 60 y 70, organizada por ella en 2006 con la colaboración de un numeroso grupo de estudiantes de la misma Universidad de Princeton, y que extiende su línea de investigación acerca de los medios y su influencia en la conformación de la cultura arquitectónica. Pese a este evidente vínculo, son dos libros muy diferentes, porque mientras la tesis es un texto de excepcional penetración que se ha convertido ya en un clásico, el catálogo sólo dedica ocho de sus 672 páginas al análisis del fenómeno, ocupando el resto con una acumulación de materiales heteróclitos con vocación de archivo.
El archivo es, desde luego, una de las preocupaciones recurrentes en un sector de la intelligentsia contemporánea, y el primer capítulo de la tesis de Colomina estaba precisamente dedicado a este asunto, al hilo de la voluntad de Adolf Loos de borrar sus huellas destruyendo sus documentos y el empeño de Le Corbusier en preservar las suyas conservando minuciosamente cada papel, desde los manuscritos y la correspondencia hasta los extractos bancarios y las facturas de la tintorería. Loos y Le Corbusier son en efecto los protagonistas del libro, «dos figuras canónicas que articulan nuestra visión del Movimiento Moderno: una que marca el umbral de este espacio histórico, aunque no lo cruza, y otra que ocupa y domina el espacio». A ellos están dedicados los restantes seis capítulos, que de hecho pueden leerse como ensayos independientes: Ciudad (la Viena de Loos), Fotografía, Publicidad, Museo (los tres articulados por la obra y las estrategias comunicativas de Le Corbusier) y los dos últimos, Interior y Ventana, que contrastan la introvesión del Raumplan doméstico de Loos con la extroversión de las casas de Le Corbusier, siempre proyectadas hacia las vistas. Colomina entiende que «la modernidad coincide con la publicidad de la privacidad», y este argumento orquesta un conjunto de textos que, en opinión de su autora, no se ocupan tanto de «la relación entre la arquitectura y los medios de comunicación como de la posibilidad de concebir la arquitectura misma como un medio de comunicación».
En sintonía con ese propósito, la exposición de las pequeñas revistas de los 60 y los 70 perseguía llamar la atención sobre el papel de estas publicaciones en la generación de la arquitectura radical de esas décadas, tal como había ocurrido en el caso de las vanguardias históricas de los años 20, igualmente impulsadas por modestas aventuras editoriales. La muestra entró en sintonía con el actual revival del utopismo sesentero, y tuvo un éxito considerable, viajando desde Nueva York a Montreal, Kassel, Londres, Oslo, Vancouver, Barcelona, Murcia y Maastricht, en un periplo que tiene previsto extenderse a muchas otras ciudades de Europa, América Latina y Asia, creciendo a medida que se desplaza como un archivo abierto, al que se siguen incorporando publicaciones, entrevistas con directores de revistas y grabaciones de mesas redondas con críticos e historiadores. Tal es el material que forma el voluminoso libro publicado por Actar y financiado por la Universidad de Princeton, que se ilustra con facsímiles de las portadas y páginas de las revistas, y que incorpora 125 fichas descriptivas redactadas por los alumnos, con un grado de precisión variable porque, por poner un ejemplo, la Nueva Forma que Juan Huarte promovió en un marco de patronazgo cultural se presenta como «un proyecto puramente comercial... financiado fundamentalmente con la publicidad». En todo caso, el volumen queda como testimonio provisional de un proceso de documentación en marcha, que quizá habría hallado en la red un formato más adecuado a su condición abierta y perfectible.
Ambos libros dan testimonio de la inteligencia y la laboriosidad de Colomina, pero es obligado subrayar que sólo el primero otorga una imagen cabal de su rigor académico. La edición española, presentada con la discutible apariencia de un bloc de notas Moleskine —cubierta negra, cantoneras redondeadas y goma elástica de sujeción— reduce a 237 páginas las 389 de la edición original de MIT Press, con una cierta pérdida de calidad en las imágenes, pero está más eficazmente diagramada que la versión inglesa, al mostrar juntos texto, notas e ilustraciones. Marshall McLuhan, que nos enseñó la importancia de los medios de comunicación de masas, evocó festivamente su lema «the medium is the message» en un libro realizado conjuntamente con el diseñador gráfico Quentin Fiore, y al que dio el título The Medium is the Massage; no otra cosa es esta tardía traducción de Privacy and Publicity, un masaje mental que revitaliza la arquitectura con las herramientas del pensamiento.